viernes, 27 de noviembre de 2009

Número 24

Por fin, tras algunos meses de cavilaciones, ha visto la luz el número 24 de Perkeo:

Los nuevos humanistas
Mariano Almela
Corazón tan negro
Santiago Baena
Entrevista a Etsuro Sotoo
Duda
Julio César Romano
El atardecer de los escritores
Aurelio Ruiz Enebral
El examen
Miguel Luis Sancho
La casa azul
Luis Ramoneda
Estados de corazón
José Miguel Biscaía
La nueva tirania de Juan Manuel de Prada
Aurelio Ruiz Enebral

5 comentarios:

Radagast dijo...

En efecto, por fin aparece un nuevo número de la revista. La última vez que aparecí en este foro me había quedado en Rhosgobel con mis "pajaritos", y allí me temo que sigo. Me temo, o me alegro de seguir. El artículo de Mariano Albela me da nuevos argumentos. Me ha hecho recordar las palabras del joven Erasmo, aquellas de "cuando reúno algo de dinero, compro un libro", y también la vieja disputa medieval sobre antiguos y modernos, en la que se llegó a la fantástica fórmula de que somos enanos a hombros de gigantes.
Ojalá dejáramos nuestra visión de la vida como un camino, tan perjudicial en tantos aspectos porque nos hace despreciar lo de atrás. Como mi creador Tolkien alegorizaba en Hoja de Niggle, la vida es más bien un cuadro, donde cada elemento, al margen de su cronología, ocupa un lugar bien visible.
Las bases de la cultura occidental, en efecto, las tenemos en la Biblia (en tanto que semita) y en Homero (en tanto que grecolatino). Y he dicho conscientemente "de nuestra cultura" y no "de nuestra literatura" porque, como recuerda Dietrich Schwanitz, "al fin y al cabo, una cultura es el conjunto de historias que da cohesión a una sociedad". Me inclino ante ello. Desde mi Rhosgobel, donde las páginas de libros me dan algo parecido a las alas de mis pájaros, me asomo a la ventana (de la Historia), veo y aprendo.

Alatar dijo...

Enhorabuena por el nuevo número.
Salgo al paso al hilo del artículo de Mariano Almela, y de algún comentario de mi antaño compañero de fatigas (y hoy parece que de polémicas) Radagast. Querría hacer varias apreciaciones que, por no resultar desordenado y verborreico, enumeraré:
1. La equiparación de cristianismo y humanismo no me parece del todo correcta, máxime cuando (si exceptuamos a Marsilio Ficino, a Tomás Moro y a pocos más), muchos de los más ínclitos humanistas fueron vistos con sospecha por la ortodoxia católica. Me refiero a Pico della Mirandola, cuyas 900 tesis provocaron su expulsión de la Iglesia durante 5 años, y que en su testamento dejó explícitamente asentado que no se donara su biblioteca a ningún convento. Lorenzo Valla fue otro de los que razonaron contra el poder temporal de la Iglesia y de los monjes, y con su demostración filológica de la falsedad del documento de Constantino se enfrentó a siglos de mentira papal. Erasmo de Rotterdam, inspirador en mucho del protestantismo, aunque decidiera quedar al margen de luchas de religión, fue inspirador de una fuerte corriente de pensamiento libre en los reinos hispánicos (el erasmismo), al límite de la ortodoxia y siempre sospechoso para la Inquisición. ¿No es esto un buen matiz a la simplificadora ecución de Almela? Se me puede argumentar que la Iglesia no es lo mismo que el cristianismo, a lo cual yo podría acomodarme, pero sospecho que el joven Almela no está aún preparado para asumir esa premisa.
2. Denostar la Reforma protestante como si de la sana separación de fe y razón no pudiera manar nada bueno es, de nuevo, y a mi juicio, matizable. ¿No trajo nada bueno para Occidente una cierta secularización? ¿Podremos negar, y quedarnos tan anchos, que fue la Europa protestante la que nos ha traído muchos de los progresos y bienes morales de nuestra sociedad?
3. Al leer "debemos [...] quitar de nuestras mentes los prejuicios que sobre el pasado podamos tener" he tenido que releer desde el principio el artículo. ¿Negará el autor tener prejuicios sobre el pasado con las frases que airea sobre la Reforma, 1968 o 1989? Y si lo niega, ¿cómo podrá argumentar, si otro le manifiesta ideas análogas acerca de 1545-63, 1492, 1936 ó 1945?
4. Comparar el París del siglo xiii con el de 1968 no es tarea fácil, y me alegra el ánimo con que el autor emprende su tarea. Querría sólo reflexionar sobre si hay o no algo de humanista en éste último París más reciente, o si hay algo de cristiano. Mala fama se daría al cristianismo si no se asumieran como cercanas a su inspiración la oposición al imperialismo o a la Guerra de Vietnam, que era lo que los estudiantes de entonces encarnaban. O alguna de sus famosas proclamas, tan esperanzadoras, como "seamos realistas: pidamos lo imposible", o "la imaginación al poder". Precisamente entonces, creo yo negando a Almela, la Universidad sí estuvo vinculada al mundo que le rodeaba.
5. Leer de un estudiante de Historia, inteligente, una visión del mundo tan centrada en Europa, me duele. Me duele a mí, que dejé el Noroeste de la Tierra Media por cumplir mi misión en el Oriente y el Sur, que he intentado comprender que Eriador no es el centro del mundo y que hay sucesos mucho más relevantes y asuntos més urgentes que atender, por allí.
Si Radagast pisara estas tierras...

Jorge Lázaro dijo...

Por fin, ya se esperaba... No lo he leído todavía entero, pero lo veo muy interesante, y lo que llevo inspeccionado está genial :D

Radagast dijo...

Decido seguir escibiendo aquí, incorporando mi lectura de la nueva entrada del señor Arenal, para que las madejas de pensamiento no se me disgreguen.
Alabo la idea de Arenal al establecer un vínculo de necesidad mutua entre "ser humano" (a todas horas) y "convicción" (la roca de la que habla).
En cuanto a la discusión sobre el texto de Albela, me alegro de que el señor Alatar me mencione, aunque no me dé el gusto de polemizar contra ninguna de mis ideas. Digo gusto porque me encanta leerle.
Sin embargo, me niego a reconocer la tosca idea de progreso que se trasluce de una de sus frases, en lo tocante a las consecuencias de la Reforma y (añado) los inicios del capitalismo y el individualismo. Acepto que no se puede negar que algún bien ha derivado de ello, pero me resisto a llamarle en conjunto "progresos y bienes". Quizá me he vuelto pesimista de tanto ver orcos rondando mis ventanas. Pero ya que Alatar conoce tan de cerca otras culturas no-europeas, estoy seguro de que suscribirá mi matiz.
Para ello, voy a cederle la voz al famosísimo antropólogo (¿neo-humanista?) recientemente fallecido Lévi-Strauss. Habla de la idea de progreso en un texto clave llamado "Raza e historia". Cito:
"La civilización occidental se ha consagrado, desde hace dos o tres siglos, a poner a disposición del hombre medios mecánicos cada vez más poderosos. Si se adopta este criterio [para la definición de 'progreso'], se hará de la cantidad de energía disponible por cabeza de habitante la expresión del más grande o más pequeño grado de desarrollo de las sociedades humanas. [...]
Si el criterio adoptado hubiese sido el grado de aptitud para triunfar sobre los medios geográficos más hostiles, no cabe la menor duda de que los esquimales, por una parte, los beduinos, por otra, se llevarían la palma. Mejor que ninguna otra civilización, la India ha sabido elaborar un sistema filosófico-religioso, y China un género de vida, uno y otro capaces de reducir las consecuencias psicológicas de un desequilibrio demográfico. Hace ya trece siglos que el Islam formuló una teoría de la solidaridad de todas las formas de la vida humana: técnica, económica, social, espiritual, que Occidente no habría de hallar sino hace poco, con algunos aspectos del pensamiento marxista y el nacimiento de la etnología moderna. Es sabido qué lugar preeminente permitió aquella visión profética ocupar a los árabes en la vida intelectual de la Edad Media. El Occidente, dueño de las máquinas, testimonia conocimientos muy elementales acerca del aprovechamiento y los recursos de esa suprema máquina que es el cuerpo humano. En este dominio, por el contrario, como en aquél, conexo, de las relaciones entre lo físico y lo moral, el Oriente y el Extremo Oriente le llevan un adelanto de varios milenios; han producido esas vastas sumas teóricas y prácticas que son el yoga de la India, las técnicas respiratorias chinas o la gimnasia visceral de los antiguos maoríes. La agricultura sin tierra, desde hace poco a la orden del día, ha sido practicada durante varios siglos por determinados pueblos polinesios, que hubiesen asimismo podido enseñar al mundo el arte de la navegación, y que lo perturbaron profundamente en el siglo xviii revelándole un tipo de vida social y moral más libre y generoso que cualquier cosa que se sospechara.
En todo lo que toca a la organización de la familia y a la armonización de las relaciones entre grupo familiar y grupo social, los australianos, atrasados en el plano económico, ocupan un lugar tan adelantado con respecto al resto de la humanidad, que es necesario, para comprender los sistemas de reglas elaborados por ellos de manera consciente y meditada, recurrir a ciertas formas de las matemáticas modernas."
Y así sigue, paso a paso, hacia la erradicación del etnocentrismo, hacia la consideración más igualitaria de la humanidad. ¿Qué hay más humanista que eso? Ojalá nos sirviera de convicción. En mi fe particular, no hay a mi alrededor progreso, sino sólo evolución. El único progreso que admito es como tal el ético, y me temo que ése corre a cargo de cada persona.

Alatar dijo...

No sé si tienes razón en tus palabras, señor Radagast, pero sí que la tienes cuando dices que probablemente estaría de acuerdo contigo.
En casi todo.
Comentas que el progreso moral te parece cosa que sólo existe a nivel intrapersonal, entiendo yo. Es decir, que en conjunto, pesados en la balanza, somos igual de buenos o igual de malos, o igual de buenos y malos que hace siglos. Entiendo que según tu opinión, que me gustaría que desarrollaras más por extenso, pues me interesa, el progreso se ciñe a los límites de la cronología de una vida, y se encuentra atomizado en unidades personales, sin afectar al conjunto del mundo.
Pues bien, yo creo eso se puede contraargumentar. Cuando hablaba de "bienes y progreso" no pretendía ser materialista ni evocar lavadoras o paneles solares (bueno, puede que un poco sí intentara eso), sino referirme a evidentes avances morales como la igualdad de consideración y trato de hombres y mujeres, y, de forma más general, la formulación de la igualdad de la dignidad de todos los seres humanos. Esto, entre otras cosas, nos ha favorecido con la condena explícita de usos tan dañinos como la esclavitud, o la persecución ideológica, y sin ello, seguramente tú y yo, por nuestra condición tan expuesta y demasiado excéntrica, estaríamos hoy condenados a trabajos forzados o atados al banco de una galera.
Por cierto, que Giovanni Pico della Mirandola, ese hombre que andamos citando por aquí, hace delicias en nuestro pensamiento con un Discurso sobre la dignidad del hombre que debería ser hoy best-seller.
Un último apunte, breve, a la entrada del señor Arenal, que me inspira un fragmento de la cita de Lévi-Strauss. Me encanta su boutade de juntar a medievales con renacentistas en el rascacielos de su librería. No se olvide, e imagino que no lo habrá hecho, de incluir entre los medievales a los grandes pensadores de Al-Andalus, muchos de ellos auténticos pre-humanistas: Avempace, Averroes, Maimónides, etc.; y no se olvide de mencionar entre los antecedentes de las universidades europeas a los centros de saber de Córdoba, Damasco o la ya universidad de Al-Azhar en El Cairo.
Iba pensando yo el otro día que a menudo nos peleamos (dialécticamente) con quienes compran ese periódico que no es el que nosotros compramos, y percibimos en ello una diferencia insalvable entre nosotros, como si poseyéramos visiones del mundo irreconciliables. Y se me ocurría que en realidad uno que lee un periódico cualquiera está mucho más cerca de otro que lee otro opuesto que ambos de un tercero que no lee periódicos nunca. Se me antoja con todo esto que existe y ha existido una comunidad virtual de hombres y mujeres interesados por el saber humano, a veces vinculados entre sí y otras veces no, pero siempre entretejidos en una misma red que traspasa ideologías, fuertes y fronteras.