martes, 20 de enero de 2009

Número 22

Un nuevo número de Perkeo, el primero del año 2009, que presentamos con la renovada ilusión de siempre. Teniendo como marco el mundo universitario y la reforma que en él se está produciendo, nos gustaría ofrecer unos contenidos que sirvieran para asomar la cabeza por encima del oleaje trepidante del día a día y que sembraran un poco de sosiego. Eso nos gustaría.

Pensamiento
Los retos de la Universidad en el siglo XXI (I), Luis Arenal
Entrevista
Entrevista José A. Ruiz San Román
Entrelíneas
Lujo existencial, Julio César Romano
Cuaderno poético
El hombre, Fernando Rodríguez Borlado
Crítica de libros y autores
La vida es sueño en Madrid, Francis Alonso
Crítica de cine
El Western del siglo XXI, Santiago Baena
Las horas del verano, Oliver Assayas, Raúl Pascual Bermejo

sábado, 17 de enero de 2009

Contadores de maravillas

Y si te paras a pensar, debería ser obligatorio una vez al día, como mínimo, y en silencio, verás lo increible, maravilloso y enigmático que es el hombre. Y lo que lleva por dentro, y lo que ha vivido, y lo que ha dicho, hablado, experimentado. Pero quizá lo maravilloso es cómo cuenta sus historias. Somos todos contadores, unos con más gracia, otros menos.

Pero a veces no dialogamos, no hay comunicación. Esas conversaciones de amigos donde uno piensa en lo que va a narrar después, a la espera nerviosa de que el interlocutor acabe. Ni siquiera escuchamos.

Yo puedo presumir de tener un amigo que interroga, indaga e intenta desvelar hasta lo más oculto de tu historia, de tu anécdota. Escucha.

Sus preguntas son sinceras, llenas de interés. Te llevan hasta lo profundo de los hechos, hasta su explicación. A veces despiertas e intentas ser como él. Medio avergonzado de hablar únicamente de ti mismo le detienes: ¿y tú qué tal, Antonio?.

Me gustaría parecerme a él. Lo intento.

jueves, 8 de enero de 2009

La bolsa de plástico blanquita

Y tras estas fiestas en las que dos mundos antagónicos se encuentran, unos cargados de regalos y materias, otros de ilusiones y buenos deseos; me viene a la cabeza una pequeña historia irrelevante por su nimiedad. Han pasado años, bastantes y aún ronda mi cabeza. Veo a mi abuela vestida como siempre de negro entregándome una bolsa de plástico blanca, lisa, realmente limpia, sin mensajes publicitarios, sin nombre. Yo debía guardar en ella algo, da lo mismo lo que fuera. Mi abuela cantaba las excelencias de su regalo. "Mira que buena bolsa blanquita". La desdobló con minuciosidad, con el mismo entusiasmo con que la guardó. Por fin me la dio.
Era solo eso, una bolsa.
Aún intento valorar esas cosas insignificantes que tenemos, intrascendentes, que nos alargan el corazón.

domingo, 4 de enero de 2009

Wong Kar-wai's Blueberry nights

Años llevaba escuchando hablar de Wong Kar-wai, y con ganas de ver su In the mood for love (Deseando amar). Mientras eso llega, me conformo con My blueberry nights, que voy a ver predispuesto a exultar.

Del cine salgo encendido, pero no exultante. Encendido porque la película habla de lo que me importa, los sentimientos de personas concretas. Personas, además, resquebrajadas, aunque sin cebarse. Habla de ello con pausa, sin miedo a caer mal al espectador con un estilo fragmentado. Y habla de ello manejando un reparto extraordinario. Norah Jones, en su primera incursión cinematográfica, lo hace más que aceptablemente y, por si fuera poco, nos regala un par de canciones para la banda sonora. Jude Law se come la pantalla aunque su personaje es, quizá, demasiado sencillo, o plano, no lo sé. David Strathairn, que ya me fascinó en Good night and good luck, vuelve a cogerme del todo, haciéndome empatizar. Rachel Weisz, la ex-the-mummy, quizá la mejor, está impresionante en todos los aspectos. Natalie Portman, en su línea (ascendente).

Salgo encendido también porque siendo 2009 un año de cine, me parece, bastante pobre, la película de Kar-wai, o Wong o Wong Ka, es una brasa para llevarse a un rincón y calentar un poco la pasión por el ser humano. Por el ser humano con esperanza, además.

Sin embargo, no exulto porque las dimensiones de la historia son lo que son, y no hay que pedirle más; porque siendo personajes rotos necesitados de un nuevo comienzo, no hay tantos matices en ellos; porque el ritmo es... ¿"accidentado"?, falta algo más de armonía. Porque la historia depende demasiado de los actores, más que de los personajes.

viernes, 2 de enero de 2009

Año nuevo

Aquí dejo algunas inquietudes del bueno de Ovidio:

"Dime, por favor, por qué comienza el Año Nuevo con los fríos, cuando más bien debería empezar en primavera? Todo florece entonces; entonces hay una fase nueva del tiempo y se hincha la yema nueva en la vid preñada; el árbol se cubre de hojas recién formadas y el tallo de la semilla asoma en la superficie del suelo; los pájaros endulzan el aire tibio con sus cantos orquestados y los rebaños juegan y retozan en los prados. Entonces los rayos del sol son suaves y sale la golondrina exótica y fija en la viga alta su nido de barro; entonces permite el campo su cultivo y se renueva con el arado. Con justicia había que llamarlo el Año nuevo".

Ovidio, Fastos I 150 ss. (trad. Bartolomé Segura Ramos, Gredos, Madrid, 1988).