Hace un año traíamos por aquí las dudas de Ovidio acerca de por qué el año comenzaba en invierno y no en primavera. Ahora, en las calendas de enero, el poeta le pregunta de nuevo al dios patrono del mes por algo tan chusco como entrañable:
-¿Qué significado tienen los dátiles y los higos arrugados? -dije- ¿y la miel resplandeciente que se ofrece en un vaso blanco como la nieve?
-El motivo -dijo- es el augurio: que semejante sabor persevere en las cosas y que el dulce año termine su camino emprendido.
(Ovidio, Fastos I 185 ss., trad. Bartolomé Segura Ramos, Gredos, Madrid, 1988)
Ojalá que el sabor de estos días perdure durante todo el 2010. ¡Feliz año nuevo!
sábado, 2 de enero de 2010
Suscribirse a:
Entradas (Atom)